Por qué los odontólogos recomiendan el uso del hilo dental

Inventado en 1815 por Levi Spear Parmly, el hilo o seda dental se ha convertido en un producto indispensable para mantener una sonrisa sana. Sin embargo, los últimos sondeos sugieren que sólo tres y de cada diez personas lo utiliza en su higiene diaria. Los beneficios asociados a estos filamentos trenzados contrastan con el uso minoritario que recibe por parte de la población, como reconocería cualquier odontólogo en Santiago de Compostela, Vigo y otros municipios.

El uso periódico de hilo dental puede neutralizar el mal aliento o halitosis. La acumulación de restos de comida es la causa principal de este problema, que perjudica al afectado en su vida personal y profesional. Gracias a la capacidad para eliminar los residuos alimenticios de las piezas dentales, el hilo dental es capaz de limpiar allí donde el cepillo demuestra ser ineficaz.

Además, la formación de caries pueden ralentizarse gracias al hilo dental. De dos a tres limpiezas diarias bastan para combatir este problema, responsable de la pérdida de esmalte y la perforación de las piezas dentales. A medio y largo plazo, los dientes cariados son fuente de dolor, y la acumulación de bacterias en la boca puede derivar en sinusitis, neumonía y otras enfermedades pulmonares.

Otra de las amenazas más series de la salud bucodental es la placa dental, un biofilm resultado de la reproducción de bacterias que además de afear la sonrisa, devora el esmalte que preserva la dentadura. Incorporar hilo dental a la rutina de cepillado y enjuague de los dientes permite frenar el avance de la temida placa dental.

La enfermedad de las encías, o gingivitis, también puede prevenirse con el uso regular de seda dental. Dado que la aparición del sarro y la placa son factores causantes de la gingivitis, y no hace falta insistir en el poder limpiador de la seda dental, no hay razón para prescindir del hilo en la higiene bucal.