Simbología de la indumentaria en una primera comunión

En los trajes comunión niños y niñas, el predominio del blanco sobre otros colores no es casual: obedece a la particular simbología de esta ceremonia católica, al igual que las coronas de flores o el corte marinero de los pequeños comulgantes.

En concreto, las túnicas, vestidos y trajes de primera comunión son generalmente de color blanco debido a que simbolizan la pureza de corazón del comulgante. En este sacramento de limpieza del alma, el niño se prepara para recibir a Jesucristo.

Su origen puede rastrearse en una de las parábolas del Nuevo Testamento, presente en el Evangelio según San Mateo. En ella, Jesús de Nazaret establece un símil entre el Reino de Dios y un banquete nupcial, que habría celebrado un rey y cuyos invitados renunciaron a asistir. Para suplir su falta, el organizador ordenó traer a cualesquiera que se encontrasen en el camino.

Cuando el banquete se completó, el rey se dirigió a un hombre y le preguntó por qué no lucía traje de boda. Tras escuchar sus razones, ordenó: «Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes». Y la parábola culmina con la proverbial frase de «muchos son los llamados, pero pocos los elegidos».

En la parábola, la ausencia de una indumentaria apropiada debe interpretarse como el menosprecio de los sacramentos o la falta de pureza de corazón de algunos cristianos.

Pero el uso del blanco no es el único convencionalismo que encontramos en una primera comunión. También las coronas y tocados de flores aluden a las mártires que, en los albores del cristianismo, eran enviadas a los leones con coronas de rosas.

Respecto a los atuendos de marinero y almirante que visten los niños, son un símbolo de la lucha contra el pecado que les aguarda en su vida adulta si deciden perseverar en el camino de la fe.