Otoño tardío

Decir que el amor no tiene edad es evidente, pero para determinadas personas resulta un tanto embarazoso hablar sobre el amor entre personas de la tercera edad. Da la sensación que este sentimiento está sólo asociado a la juventud y que cuando llegas a determinada edad, quedas incapacitada para amar. De esta manera pensaba yo, más o menos, cuando empecé a colaborar en un Centro de día para mayores centro Madrid organizando un cine club.

Tampoco es que pensara, estrictamente, que las personas de cierta edad no se pudiesen enamorar, pero desde luego, no creía que la pasión estuviese incluida en esos enamoramientos…

Cuando llegué al centro, me adjudicaron un grupo no demasiado numeroso. Fue una sorpresa ya que consideraba que el cineclub era una buena idea para un grupo de mayores. Pero al coincidir con otras actividades como aromaterapia y pintura, mi cine club no logró seducir a tanta gente. Parece que lo de la aromaterapia tenía su miga…

De cualquier manera, entre los asistentes a la actividad, había dos personas realmente interesadas. Una señora había sido actriz de teatro amateur cuando era más joven y siempre quiso dedicarse a ello profesionalmente, pero por diversas circunstancias tuvo que continuar con su vida por otro lado. Y luego había un señor cuya profesión nunca supe a ciencia cierta, pero era todo un erudito, un ‘bon vivant’ que siempre llevaba pajarita.

Al segundo día, ambos se pusieron a discutir acaloradamente en relación al cine actual. El hombre rechazaba cualquier película posterior a John Ford, por decirlo así, mientras que la mujer le tildaba de retrógrado. La tensión se palpó en el ambiente. Después de terminar la sesión ambos se quedaron hablando. Y debió saltar la chispa, en el buen sentido…

La semana siguiente aparecieron sentados juntos y con una actitud mucho menos beligerante. De vez en cuando seguían discutiendo, pero tenían una gran complicidad. Cuando vimos la película Otoño tardío, ambos sí coincidieron en que era una obra maestra.  

Tiempo más tarde, una vez acabado el cineclub, me encontré con un alumno. Y hablando de todo un poco me dijo que la actriz y el señor de la pajarita se habían casado. Y entendí que el amor (y la pasión) no tiene edad.