La crisis de la margarina

Pues ahora resulta que la margarina es lo peor de lo peor junto al aceite de palma y la leche. La alimentación cada vez se parece más a la moda textil, esto se lleva, esto no, y si una cosa no se lleva esta temporada, tal vez sea tendencia el verano que viene: si hace unos años la mantequilla estuvo denostada y nadie en su sano juicio la comía por la cantidad de colesterol que tenía, pues ahora resulta que tampoco es para tanto y que quien realmente debe ser eliminada de nuestra nevera es la margarina. ¡Nos van a volver locos!

El problema que yo veo con todo esto es que no sabes a quién creer porque existen pocos expertos reales y mucho gurú que no tiene ni idea. Y eso sin contar con todos los opinadores interesados. Es lo que sucede con la moda de la comida ecológica: mucha gente confía en ella porque es más sana, dicen, aunque no existen datos científicos concluyentes de que los productos ecológicos sean mejores (ni peores) que el resto.

El otro día leí un artículo en el que un profesor de biotecnología de una Universidad afirmaba que buena parte de los productos ecológicos no eran más que un timo que hinchaban los precios sin ninguna justificación amparándose en ese halo de ser más saludable que los demás cuando no existe ningún estudio que lo justifique.

El otro día, en el supermercado, mi mujer empezó a buscar mantequilla. Yo le pregunté si no prefería margarina que se unta mejor, (y ella adora las tostadas con margarina) pero me dijo que no: “la margarina lleva aceite de palma y grasa trans”. Así compró un paquete de mantequilla, pero como se unta muy mal, ahí sigue en la nevera, y me parece a mí que seguirá ahí hasta que caduque.

Yo tengo pocas esperanzas sobre la industria alimentaria, hay tantos intereses, tantos lobbys, (el lobby pro aceite de palma, el lobby anti aceite de palma, etc.) que, al final, el consumidor está desprotegido porque no sabe a qué atenerse. ¿Y qué nos queda? Tener una granja y un huerto y adiós a la civilización.