¿Por qué triunfa el albariño en verano?

El vino con denominación de origen albariño es uno de los más conocidos de los blancos gallegos, con permiso del ribeiro. Tiene mucho éxito durante todo el año pero en verano, sin duda, triunfa como pocos. Y las razones se pueden resumir en tres: el frescor, el sabor afrutado y lo fácil que resulta de combinar.

El albariño es un vino que se sirve muy frío. Esto hace que entre muy bien en los días de calor. Tanto es así que muchos avisan de que puede resultar un poco traicionero ya que “se cuela solo” y para cuando queremos darnos cuenta, ya se notan sus efectos. Esto se nota especialmente cuando se consume sin comida, a modo de aperitivo o por la tarde noche, en una salida de vinos antes de cenar.

El sabor del albariño es muy característico y, aunque es un caldo con una gran personalidad, tiene un sabor agradable y afrutado que hace que guste a un gran abanico de gente. Se dice que los vinos blancos son los favoritos de las mujeres, pero el albariño gusta por igual a unos y a otras y siempre es un buen momento para tomarse una copa fresca.

Las características de este vino hacen que marine muy bien con prácticamente cualquier tipo de comida. Es fantástico para los pescados o los mariscos, pero también puede acompañar a unas tapas en un bar o cualquier comida casera.

Es un vino que, con mucha frecuencia, se sirve en los llamados “furanchos”. Los furanchos tienen su origen en la costumbre que había hace muchos años de que durante el mes de agosto, las casas en las que se hace vino abrieran las puertas de sus fincas a visitantes que llegaban con sus manteles y sus comidas a disfrutar de un día de campo. A cambio, compraban a los dueños el vino que quedaba en sus barriles, permitiéndoles acabar los excedentes de ese año y liberar las barricas para los vinos de las uvas que comienzan a recogerse en septiembre.

Actualmente, estas casas particulares además de vender el vino cocinan algunas tapas tradicionales y la gente acude a cenar y disfrutar de la bebida, sobre todo de un buen albariño de casa que sabe a gloria en las noches de verano acompañado de unas tortillas, unos pimientos de padrón o un poco de raxo adobado.