Lío en el supermercado 

Nunca os ha pasado que vais al supermercado específicamente a comprar una cosa, luego uno se lía y termina llenando la cesta y, al final, cuando llega a casa descubre que no ha traído justamente lo que iba a buscar. Mi mujer puso el grito en el cielo cuando descubrió que no había traído su Leche desnatada certificada. Es uno de sus productos básicos y yo lo sé de sobra así que no estaba la cosa como para discutir. Y no podía decirle “pues cómpralo tú”, porque estaba bastante más ocupada que yo ese día. 

Así que por la tarde, de camino al trabajo, busqué un súper donde comprarle su leche y asegurarme de que al menos la tuviera para la noche: siempre toma un café con leche por la noche… y tiene que ser certificada. Algunos días entresemana trabajo en el centro de la ciudad y ya no es una zona que controle mucho pero para eso está Google Maps, ¿no? Así que encontré un súper de la misma cadena en la que solemos comprar. Y allí me fui.

Pero claro, el centro no es nunca como los suburbios en una gran ciudad: el metro cuadrado vale mucho más y eso se nota también en los supermercados. Este no tiene nada que ver con el que hay donde yo vivo: es como comparar La Zarzuela como un apartamento de 35 metros cuadrados. Pero antes de volver por donde había entrado decidí recordar la razón que me había llevado hasta allí: la Leche desnatada certificada de mi mujer.

Recorrí los pasillos de aquí para allá y de allá para acá. Y nada, no había leche de ese tipo por ningún lado. Resulta que esa cadena de supermercados está especializada en productos certificados y ecológicos, por eso me extrañó no encontrarla. Pero siempre se puede preguntar, ¿no? Así que pregunté al cajero (único miembro del staff en el súper) por la leche certificada pero me dijo que creía que la habían quitado temporalmente para colocar productos navideños. Y entonces asumí que me tocaba entrar en casa con la cabeza gacha otra vez, aunque al menos está vez no fuera culpa mía.